martes, 25 de octubre de 2011

conocimiento y ética según san agustín

Distinguirá San Agustín varios tipos de conocimiento, asegurada su posibilidad: el conocimiento sensible y el conocimiento racional; el conocimiento racional, a su vez, podrá ser inferior y superior. El conocimiento sensible es el grado más bajo de conocimiento y, aunque realizado por el alma, los sentidos son sus instrumentos; este tipo de conocimiento sólo genera en mí opinión, doxa, tipo de conocimiento sometido a modificación, dado que versa sobre lo mudable (puede observarse la clara dependencia platónica del pensamiento agustiniano); al depender del objeto (mudable) y de los sentidos (los instrumentos) cualquier deficiencia en ellos se transmitirá al conocimiento que tiene el alma de lo sensible. El verdadero objeto de conocimiento no es lo mudable, sino lo inmutable, donde reside la verdad. Y el conocimiento sensible no me puede ofrecer esta verdad.


Ética


 San Agustín es un filósofo nacido en Tagaste una ciudad romana en el año 354, y muerto en el año 430; su padre era un pagano y su madre cristiana, de ahí que recibió una educación cristiana. 
Es uno de los pocos filósofos en la que su vida y su filosofía coinciden, toda la obra de San Agustín es siempre una confesión. La filosofía se manifiesta para San Agustín como el camino para la búsqueda existencial, la vía del conocimiento y la realización personal a partir de la exploración interior; se presenta siempre unida a su teología, a su psicología, a su moral, etc. 
Para San Agustín la filosofía es siempre una actitud total del hombre.
Agustín buscaba la fe a través de la razón y Cristo era el objetivo de su búsqueda. Estaba obsesionado por el origen del mal. Se preguntaba cómo Dios, que era toda bondad, permitía la existencia en el mundo del mal. El problema del mal le preocupó en cuanto a la conducta de los hombres y en cuanto a su relación con la vida moral.
Asimismo, el bien moral es una noción, gracias a la cual descubrimos en el mundo objetos buenos y malos, y pronunciamos juicios morales. El bien moral es objetivo, pero para ser percibido requiere en el sujeto ciertas idoneidades. Hay, pues, también aquí moralidad objetiva y moralidad subjetiva, como en los otros aspectos de la existencia humana.







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